jueves, 31 de marzo de 2011

ZG, en el MAC y en mi casa


Hoy se inaugura una exposición colectiva en el Museo de Arte Contemporáneo (MAC) de Santiago de Chile. Reúne lo mejor y más granado de la nueva fotografía chilena. Entre los 27 expositores, varios de ellos amigos y merecedores de un libro, se encuentra también Zaida González, autora del segundo título de La Visita, el de color azul, titulado LAS NOVIAS DE ANTONIO.
Con Zaida, y empujados por su generosidad desmedida, iniciamos la idea de los lanzamientos de libros en preventa acompañados de una obra original en pequeño formato. La idea tiene ahora su continuidad con Mauricio Valenzuela, que también ofrecerá un trabajo suyo como complemento a su libro LA NIEBLA, de inminente aparición.
He reparado hoy en el hecho de que no sólo en el MAC sino que sobre mi escritorio está también observándome una obra de ZG. La mía, la número 7 de la serie de 100, luce feliz en un pequeño marco blanco que hace brillar todo su delicado colorido. En el fondo de la imagen me mira con ternura el perro Antonio, al que siempre he considerado un proveedor de buena suerte. Me pregunto en qué otros lugares vivirán el resto de la compañeras de esta serie. Ojalá Antonio esté repartiendo fortuna.
Esta obra de ZG forma parte de una colección personal de fotografías que me gustan. He comprado alguna de ellas, aunque la mayoría son regalos que me han hecho sus autores, y les estaré además por ello siempre agradecido. No está nada mal tener una obra de ZG en la casa. La mía comparte espacio espacio, entre otros, con ilustres como Rodrigo Gómez Rovira, Tomás Munita, Xosé Esteban Naves, Jorge Aceituno, Gabriela Jara, Miguel Ángel Larrea, Richard Salgado, Mauricio Quezada, Fabián España...y varios amigos más.
Espero además que muy pronto se una a la colección una fotografía firmada por Mauricio Valenzuela. Estamos preparando esa imagen que ofreceremos a la tripulación. Será, como en el caso de ZG, una ocasión magnífica de poder tener un original firmado por su autor en unas condiciones irrepetibles.

lunes, 28 de marzo de 2011

Los tesoros de MV


Ahora que estamos a punto de descorchar las botellas y que la lista de los primeros cien privilegiados ansiosos de ver el trabajo final comienza a configurarse casi por completo, podemos revelar algunos detalles del proceso íntimo de la edición del libro, pequeñas anécdotas de la intrahistoria de este anhelo bibliográfico.
LA NIEBLA nace como idea en el primer semestre del año 2010. La idea inicial era publicar el tercer título de La Visita con algún trabajo de Mauricio Valenzuela, cuya obra fotográfica precisaba, considerábamos todos, de una mayor difusión. Y, ojo, sabemos que no va a ser este pequeño libro, hecho con dedicación y detalle, el que logre a plenitud este objetivo, pero sí será un gran paso, una puerta de entrada deliciosa a una obra mucho mayor y de dimensiones gigantes. Una manera fantástica de llegar y querer quedarse en el imaginario brumoso y existencialista de este autor.
Para el proceso de edición, MV nos hizo llegar una selección amplia digitalizada de sus imágenes estructurada en diversas carpetas. LA NIEBLA posee imágenes de varios de esos capítulos estructurados previamente por el fotógrafo pero se constituye, y eso es lo interesante, a partir de ellos con una entidad autónoma nueva, que posee una gran coherencia visual.
En las fases posteriores del proceso, para la digitalización de las fotografías que iban a quedar en el libro, tuvimos acceso a los materiales originales de este gran fotógrafo. Viajaron estos tesoros en sobres caligrafiados como el que aparece ilustrando esta nota. Lo hicieron por la misma vía, y mantendremos el anonimato por ahora de la bella persona que sirvió de correo, protagonista y testigo en la sombra de varios capítulos de la historia reciente de la fotografía chilena. Sobra decir que los tratamos con guante de seda, no podría ser de otra forma. La manipulación de soportes análogos empieza a ser un acto cada vez más anacrónico y revestido de una inspiricación sagrada. Y como todos los viejos fotógrafos saben, a veces tras un doloroso aprendizaje, los negativos no se le entregan a cualquiera.

jueves, 24 de marzo de 2011

Perdidos en LA NIEBLA


Dicen que cuando alguien se pierde y no tiene puntos de referencia, en mitad de la niebla por poner un ejemplo, camina haciendo círculos. Pues bien, quizás anduvimos perdidos y nos mordimos un rato la cola, pero por fin hemos vuelto. Después de todo, ¿por qué razón alguien podría echarnos de menos?
Lo interesante no son las razones de la ausencia, múltiples y vagas todas ellas, sino las del regreso: tenemos por fin en el horno un nuevo libro. Está ya terminado, empaquetado (como dicen los diseñadores cuando preparan sus materiales para la imprenta), y aguarda solamente el momento en el que las máquinas se pongan en movimiento para hacer el milagro. Editar para seleccionar (y esa es la idea inicial cuando se piensa en el proceso fotográfico), pero sobre todo editar para multiplicar y hacer que la obra se difunda. En este último sentido, con la complicidad de la imprenta, la fotografía está más cerca del invento de Talbot (también de Bayard) que del de Daguerre (y de Niépce, por supuesto).
El tercer título de LA VISITA lleva por título LA NIEBLA y atesora en su interior las fotos de Mauricio Valenzuela. El miércoles nos juntamos, autor y editor, en el centro de Santiago para ir a solicitar el código del ISBN, ese numerito largo que viene a ser algo así como el ADN de los libros. Lo habíamos intentando antes el día lunes pero alcanzamos a suspenderlo después de ser informados que dos mil policías rodeaban el sector. Además ni siquiera eran todos locales.
En las conversaciones previas al trámite, en una cafetería muy robertfrankiana (ya sé que no existe el palabro pero procedemos a inventarlo), después en el ascensor del edificio fiscal y en la sala de espera, hablamos de las casualidades que hacen que los trabajos lleguen a ver la luz y puedan ser publicados.
Mauricio es una persona tan talentosa y genial como modesta. Sus imágenes, brillantes y agudas, no necesitan ser vendidas porque valen por sí solas, se paran sin ayuda, convencen sin persuadir. Y él, humilde, no hace ningún esfuerzo en ese sentido. Esa actitud, por contraste, sorprende mucho en un mundo donde es fácil sentir que todo está sobrevendido.
Los que se atrevan a llegar hasta el librito, a tenerlo entre sus manos, se darán cuenta de la hondura de la mirada de MV y de la coherencia interna que relaciona sus imágenes. El conjunto es una metáfora brillante de una época dura de Chile, los años 80, en la que además se forja uno de los cánones de la mejor fotografía documental del planeta. Y en mitad de ese río de talentos, Mauricio Valenzuela se destaca por nadar a contracorriente.