miércoles, 9 de noviembre de 2011

Temporada de festivales



Estuvimos hace pocos días con el ya célebre libro LA NIEBLA de Mauricio Valenzuela en el Festival Emergent 2011 en Lleida, Cataluña. Lo hicimos de la mano de nuestros amigos de Dalpine, esa librería fantástica en la que es posible encontrar siempre un catálogo permanentemente renovado de valiosas joyas en forma de fotolibros.
Y este fin de semana estaremos participando en el Festival Internacional de Fotografía de Valparaíso (FIFV 2011) con una actividad de carácter lúdico y con vocación social. El sábado, 12 de noviembre, nos daremos cita entre las 10:30 y las 13:00 horas en la plaza Bismarck de la ciudad puerto. En este lugar bello, con un mirador a la bahía y sombra fresca de viejos árboles, montaremos nuestra Brigada de Acción Fotográfica (BAF).
La misión es distribuir cien libros a un coste mínimo (una luca) a las cien personas que aparezcan portando una maleta, símbolo de este modesto sello editorial. Les tomaremos una serie de fotos y con esa colección armaremos un audiovisual que se mostrará en la noche en la Plaza Victoria dentro de la programación del FIFV, que este año está verdadermente imperdible.
El proyecto enlaza con la idea de CONFÍN (tema central del FIFV de este año) en una doble constatación: la identidad de viaje con la que se asocia universalmente a Valparaíso como puerto de Pacífico Sur y la posibilidad que ofrecen los libros de fotografía de viajar por sus páginas.
La maleta es el objeto representativo de esta idea. La BRIGADA se constituye por lo tanto como un gran homenaje a todos los viajeros que han recalado durante décadas en este puerto remoto y bello, así como aquellos que supieron recibirlos, acogerlos e integrarlos como parte del conglomerado social porteño.

lunes, 3 de octubre de 2011

La mejor entrevista a Mauricio Valenzuela



Hace aproximadamente una década, el periodista chileno Cristián Labarca Bravo, autor de numerosas entrevistas a fotógrafos nacionales, enfrentó a Mauricio Valenzuela para interrogarle sobre su trabajo. Publicada originalmente en el diario electrónico El Mostrador, reproducimos este valioso material que nos acerca al autor de LA NIEBLA:

(Entrevista publicada originalmente en el diario electrónico El Mostrador, durante el mes de mayo de 2001)

Mauricio Valenzuela, fotógrafo, reaparece después de cinco años con una breve retrospectiva de su obra más polémica. De algunas de las imágenes hoy expuestas -en el Instituto Profesional ALPES, en calle República- y del desgarro que aquella exploración (y su abandono) supuso, habla en esta entrevista.


"Esa generosidad que se llama revolución y que fue, en un tiempo
no muy lejano e inolvidable, mi salvación".
Carlos Droguett (Escrito en el aire)

"Uno se puede olvidar de los sueños, pero los sueños no se olvidan jamás de nosotros,
están ahí, esperando, algo así como la venganza".
Enrique Symns


Que el arte no está cumpliendo hoy su promesa, que los seres humanos nos estamos extinguiendo, que la noche y su peso se han prolongado demasiado tiempo, que los ideales de lucha, de revolución, desaparecieron de nuestro corazón... que éste apenas late. ¿Lo imaginaron nuestros padres? Aquellos que arriesgaron sus vidas y aquellos a los que se les cobró la osadía, ¿lo imaginaron? El siguiente es un segundo en la historia de uno de ellos, mirado a través del filtro sucio de nuestros tiempos, filtro exitista, de olvido, egoísmo y paranoia. Tiempos que sacuden y doblan al junco, pero no lo quiebran.

Una mujer se desnuda en un baño decadente. Sobre su cuerpo, aún quedan las calcetas blancas y la polera que, en el gesto de quitársela, oculta su rostro. El water sin tapa, la bañera y su cortina roñosa, además de dos pequeñas banderitas chilenas, la acompañan en su anonimato. Se trata de "Chilena en el 18 de septiembre con traje típico", portada del libro "El desnudo en Chile" (LOM, 1996). El autor de esta imagen es Mauricio Valenzuela (1951), quien -al menos en lo que respecta a las últimas décadas del siglo XX - fue uno de los provocadores más prolíficos en el ámbito del desnudo fotográfico chileno.

Compañero de debates junto a Claudio Bertoni y Felipe Riobó, descendiente de una familia de fotógrafos (es hijo de Carlos Valenzuela y sobrino de Tito Vázquez y Enrique Alfonso) Valenzuela se dedica hoy a la fotografía publicitaria. Lapidario, advierte al teléfono: "Hoy hago fotografía comercial, eso a ustedes no les sirve". El autor no da luces que lo conecten con su otrora política obra, o lo que él hoy prefiere llamar "investigación cultural". ¿El síndrome contemporáneo mundial? o ¿sólo un alto en el camino del artista?
Sin duda, la década del `80 -como para tantos otros- fue la de su esplendor en lo que a creatividad respecta. Antes de ello, un Valenzuela anarquista llenaba sus pulmones de libertad: "Si no estabas metido en política -cuenta- realmente la UP era el paraíso. Pintaba murallas, hacíamos teatro en la calle, había una discusión permanente. Fue una época muy buena, particularmente para mí porque entré a la universidad".
Mientras estudiaba Bellas Artes -y a la usanza de los Okupas- el fotógrafo vivió algún tiempo en una casa tomada ubicada detrás del campamento Siete canchas. Pero el golpe de estado, perpetuado por los militares en 1973, lo pilló en Laguna Verde, integrando una comunidad anarquista. "Varias veces pasaron aviones sobre nuestras cabezas, pensaban que éramos guerrilleros y nosotros andábamos en otra. Nos fueron a buscar, caímos todos presos... Tenía una pareja, no éramos casados por la iglesia ni nada, pero estábamos viviendo juntos. Todo eso se murió. De ahí fue el alcohol y la vuelta a casa de mi vieja", recuerda. "...Y cuando ya no pude seguir viviendo en la casa de mi madre -porque llegaba borracho y me escondía en las plantas del jardín, para no entrar, para no hacerla sufrir- una amiga me arrendó una casa en Quintero. Recién cuando volví, y me encontré con mi mujer actual, me puse a hacer fotografía".
-Imágenes que distan bastante de tu trabajo más conocido.
-Sí, mis primeras fotos las entendieron muy bien algunos de mis amigos, como Oscar Wittke, Felipe Riobó o Claudio Bertoni, que se encontraron conmigo haciendo estas fotos, y las valoraron. Hablo de una época en Chile donde las fotos tenían que tener cierta anécdota, mientras lo mío era mi profundo dolor, el agotamiento que sentía... Son tan absurdas y tan poco decidoras, porque tampoco es gente violenta... era mi... no sé, yo las veo y las encuentro tristes. Las personas que las vieron por primera vez me dijeron que no pasaba nada con ellas. Riobó me defendió, porque la verdad es que yo no tenía mucho que decir. Estas fotos deben ser de lo peor de la dictadura, cuando pasó la primera represión, después del terror, cuando ya está impuesto ese silencio y todos estaban convencidos de que vivíamos en un país maravilloso... Y tu mirabas al rededor y la gente hablaba del "boom", de que estábamos genial... Y tú decías, "Puta ¡¿y yo, soy transparente, soy el hombre invisible, yo no existo en este lugar?!" Cuando vino la primera protesta (marzo de 1983) para mí fue traumatizante. Después de eso yo sentí que algo cambió radicalmente en la realidad cultural. Y nunca volví a hacer esas fotos.
-¿Qué pasó entonces?
-Me fui más adentro. En una pieza hice mis primeras fotos de desnudos. Empecé a hacer una fotografía muy llena de reglas. ¡Imagina, una persona que se supone que tiene un pensamiento más bien libre, está lleno de reglas y normas! Bueno, así soy yo... Después de esa foto que era muy libre, con una Leica a la que dejaba la exposición standard y un enfoque del que no me preocupaba, entré al estudio. Trabajé con una cámara reflex, me di cuenta que uno se enamora mucho de sus imágenes, empecé a hacer una serie de desnudos donde al retratado le decía: ‘Mira, el problema es que te tomaré las fotos, luego las revelaré, haré tiras de contacto y las guardaré en un sobre. Sólo después de tres o cuatro meses lo revisaré para saber realmente lo que estoy haciendo bien, porque en este momento me perecerá todo genial. Pero si quiero hacer un aporte en el desnudo, no puedo estar caliente con la foto que estoy haciendo’. Entonces empecé a llenarme de reglas.
Un día, después de asistir a una charla sobre las conductas de los animales, "donde decían que, al nacer, los cachorros andan un metro al rededor de la madre, luego dos, tres... para más tarde hacer cierta acotación de los territorios donde viven", Valenzuela realizó una serie de fotos sobre la dictadura, acotaciones de orina sobre montones de tierra, que en su interior incluían algunos de sus desnudos. Más tarde formuló una serie de fotografías sobre la democracia, conformada por la totalidad de los orificios del cuerpo; orejas, ano, fosas nasales, vagina, boca, ojos... La próxima serie en la que el fotógrafo se empecinó, trató el tema de los detenidos desaparecidos, donde por medio de sexos femeninos y masculinos (autorretratos), hurgó en el tema de la ausencia y presencia. "Incluso había algunos asexuados -recuerda- pero todos tenían una referencia a un pasado reciente, no era político porque la política tiene que ver con el poder, era sobre las ideas de organización humana y lo doloroso que es organizarse de una forma y no de otra".
Asegura que jamás pensó en exponer su trabajo: "Eran fotos muy raras -rememora- y sentía respeto por las personas que colaboraron en ellas. Además, por el hecho de ser desnudo provocaría una discusión que no era apropiada para el contenido de las fotos". Dicho y hecho. Inmediatamente después de asumir Patricio Aylwin a la cabeza del primer gobierno de la Concertación, el Instituto Chileno Francés de Cultura invitó a un grupo de fotógrafos chilenos a hacer una exposición. "La curadora eligió cinco de mis fotos, pero un día antes de la inauguración de la muestra, la directiva del instituto me llamó y me dijo que iba a ser muy complicado para ellos si ponían esas fotos. Porque no sólo eran abiertas, desde el punto de vista de las ideas, sino que tenían que ver con la idea cultural de la sexualidad que muchos tienen en Chile, y en el fondo iba a salir en La Cuarta. No era mi interés defender, desde La Cuarta o canal 13, el desnudo en Chile. Eso no, yo defiendo otro tipo de posturas que no tienen nada que ver con eso. Así que lo encontré razonable y cambiamos las fotos".

EL ESQUEMA CULTURAL


-Háblanos del inicio.
-Los fotógrafos -el arte en general- investigamos esta realidad cultural, esta realidad que a veces nos obsesiona, nos duele -cuando somos jóvenes- y nos destroza muchas veces. Empezamos a dar nuestros primeros pasos dentro de lo que nos gusta y cuando uno investiga a un autor -a mí me gustaba mucho Diane Arbus y Robert Frank- partes copiando, pero al copiar es imposible que no pase un sentimiento y descubras, más que el truco técnico, la impronta del estilo. Al pasearse Robert Frank por esos bares inmundos, esos callejones que no sabíamos qué cresta significaban, y al estar luego uno con esa gente, con ese montón de personas zumbando en mis oídos, hacía que yo, que era un imitador, también caminara por esas calles, entrara a esos bares, y al caminar uno entiende esa realidad y al entenderla ya estás un poco metido en el baile. De ahí, investigar en el alma, es un paso sencillo. La fotografía es simple y compleja. Simple, porque no tiene un antecedente histórico complejo, que uno tenga que asumir y decir: Primero pintaban con el dedo en una caverna, después con veladura, luego vino el Renacimiento... No, en fotografía tomas la cámara y tienes los bordes y una película sensible, una historia corta pero potente. Yo estudié Bellas Artes, entonces ver la realidad desde el punto de vista de un pintor, con miles de años de historia encima, y verla como fotógrafo... ¡me sentí liberado! Era la misma realidad, pero la vivía distinto. Es fácil llegar al punto de quiebre, al punto donde hay una realidad que puedes percibir -no con los ojos- en fotografía. Realidad que uno intuye. Hay una palabra que es muy significativa: el ‘esquema cultural’. Cuando uno está inserto en dicho esquema, va en una dirección y es fácil llegar a la vanguardia de esa dirección e intuir lo que vendrá.
-Algo que la fotografía comercial utiliza sin asco...
-La fotografía comercial es un parásito de la fotografía artística, porque la gente que está obsesionada con la foto artística -y se pasea por esas calles o está encerrada en su estudio, fotografiándose las pelusas que tiene en el ombligo, o hace desnudos...- está en esa frontera hipotética de la cultura, que mira un poco más allá. Entonces, para los fotógrafos comerciales es muy simple: Agarran esa foto, son conscientes, toman esa frontera, ponen una modelo con un productor, un lugar bonito, colores puros, la mina perfecta, la ropa espectacular y el tipo toma la foto. ¿Por qué son parásitos? Porque la gente que vive dentro del esquema cultural siente esa vanguardia, ese efecto provocado, y eso es lo fundamental para vender productos. Si quieres esa ropa y no otra, es porque intuitivamente comprendes un concepto cultural y sabes que esa ropa es la correcta. Esa es la esencia de la publicidad.
-¿Es lo que hizo el fotógrafo Richard Avedon al retratar, por ejemplo, a los desempleados?
-Richard Avedon es un ejemplo grotesco de profitar de la investigación cultural. Porque, dentro de la fotografía de moda, el tipo es un dios. Pero dentro de la fotografía cultural, de investigación o artística, es una basura. Hay mil, te puedo decir mil mejores. Porque la fotografía, a pesar de que pasan los siglos, tiene un precio. Hay algo que te tiene que hacer click, en alguna parte, y te tiene que doler. Tiene un precio de silencio interno, como para poder entender la alegría, la tristeza... y ese precio no lo puede pagar alguien que está metido en el negocio... a no ser que ese fotógrafo se pegue un lapsus desconectado.

ACHANCHARSE

"La publicidad no es una cosa simple -asegura Valenzuela. Los artistas manejan el esquema cultural desde un punto de vista más bien emotivo, inconsciente, porque intuitivamente lo tienen que hacer. Todo diálogo interno va dirigido en ese camino, exclusivamente, donde la impronta sea original pero con raíces tan profundas con el presente y el pasado como para que las personas puedan entenderlo. Con una coherencia con el lenguaje actual pero que sea ´el aviso`, lo que viene, el brujo que avisa lo que vamos a vivir. Bueno, los publicistas trabajan con los mismos elementos -y han hecho ciencia con ello- pero desde el punto de vista racional. Sin embargo, tú no te puedes mentir si trabajas en este cuento, debes reconocer que estás haciendo sólo un bonito ejercicio. ¿Un aporte original y creativo de una relación humana? o ¿un elemento que forma parte de la cultura y me es significativo, que además yo lo haya vivido y haya sudado sangre por eso?... No, porque tienes que estar dentro. ¿Cómo te puedo comunicar algo si no lo siento como algo cierto y, al mismo tiempo, como algo que te sirva? Para que te sirva tiene que serte novedoso, y para que sea cierto tengo que haberlo vivido. Desde ese punto de vista siento que hoy no estoy haciendo investigación cultural o arte".
-Imagino que alguna vez obtuviste respuestas en dicha investigación
-Es que eso es lo significativo de la foto, porque técnicamente aún hay cosas que descubrir. Cuando dejé de hacer fotografía ya me estaba arrancando un poco del recuadro. Tomaba el recuadro de 24 x 36 mm. y luego corría la cámara y tomaba otro, los pegaba y copiaba en una ampliadora 6 x 7. O sea, todavía hay lugares inexplorados dentro del recuadro. Están los bordes y la misma mente, que no puedes imaginar. Mi madre, casada con fotógrafo y madre de fotógrafo, me decía siempre: "voy por la calle y veo fotos". Claro, ella veía fotos, porque ella había visto muchas fotos y sabía lo que era una: Una puerta con candados, un viejito, una puesta de sol... eso eran "fotos" para ella, el resto no. Lo interesante de la fotografía, en este momento, es que hay imágenes que no podemos imaginar y la pregunta es por qué. Porque todavía no hemos llegado a ese lugar. Ahí hay un gran campo. Los resultados son la foto y cómo ella tiene un lenguaje mucho más ambiguo que la palabra, más inexacto, más sugerente y virtual que la palabra. Y mucho más profundo, porque las cosas no se dicen claramente.
"Cuando me formé, los artistas eran más bien malditos. Siempre me cargó Van Gogh y todos esos pintores franceses que vivieron la pintura tan intensamente que es imposible separarla de su vida. Porque era una idea un poco romántica, quizá evadiendo la realidad de la revolución industrial y la explotación de los hombres, y metiéndose en esta especie de mundillo artístico que tenía que ser bastante fatal. Pero en definitiva yo creo que el arte, siendo una cosa muy importante dentro de la vida, no es vital. Lo vital es alimentarse, el arte fundamental es el trabajo. Y yo tengo muy poca habilidad en ese arte que es: ganarse la vida, juntar la plata para alimentar a mis hijos y pagar el arriendo a fin de mes. Tengo claridad respecto a ese tema -algunos como Picasso lo entendían perfectamente, todos los pintores que han muerto ricos lo han entendido bien- porque pienso que me es más fácil ganarme la vida haciendo fotografías comerciales que artísticas. De lo contrario habría sido artista. Lo que pasa es que nunca gané plata con esto. En una sola oportunidad me llamó un señor para comprarme una foto. Ha sido el único objeto artístico que he vendido, una serie de fotos del cine Prat. La verdad es que el arte no me interesa, me interesa más mi trabajo".
-¿Te sirvió el arte para tu desarrollo como persona?
-No. Desde el punto de vista estrictamente racional, si yo no hubiera sido artista habría sido mucho más eficiente en la vida. Tendría más plata... En vez de haberme dedicado a la fotografía (publicitaria) a los 30, lo habría hecho a los 18...
-¿Te perjudicó?
-Efectivamente. El arte sobrevive, primero porque es un negocio. Ninguna cosa que no sea negocio en una sociedad contemporánea sobrevive. En Chile no sobrevive porque no es un negocio, la persona que tiene plata no halla una utilidad en comprar fotografía. Y si la encuentra, sería más bien una utilidad distractiva, para colocarla en un living. No es que los investigadores culturales o la gente que está metida intelectualmente en el arte, tenga un beneficio concreto. Pienso que tiene un beneficio de elite. En el fondo el arte cada vez lo entiende menos gente, y es natural, porque están investigando cosas complejas. Yo le muestro las fotos a mi mamá y ella me dice "¡uy, qué feo!", porque ella es una dueña de casa, no tiene problemas, puede encontrar bonito un paisaje suizo... Pero eso no aporta nada a la convivencia y la cultura.
-¿Has oído del criollismo "achancharse", dejarse estar...?
-Claro, es que ser creativo... una persona en su vida tiene uno o dos chispazos de creatividad, donde traspasas la barrera. Quizá al principio pagaste el costo, pero cuando ya lo tienes eres monopólico, empiezas a producirlo, a mostrarlo, y al final terminas -como sólo fue "el" saltito- enseñando, y viviendo un poco de lo que has hecho. Eso es natural y no lo critico.
-En lo que respecta al desnudo, tu trabajo es uno de los más reconocidos, especialmente por los jóvenes. Pero cuesta entender que parte de tu generación, que "se la jugó" en períodos tan duros, hoy se "achanche".
-Ser joven es ser joven. El otro día le pegaron a mi hijo. Si yo hubiese sido joven habría estado en la pelea, habría hecho algo. Llegó con la nariz quebrada, hecha mierda... yo habría salido con un palo a la Plaza Brasil a pegarles... si hubiera sido joven. Pero cuando uno es viejo ya no tiene esa fuerza. La sangre se te calienta, pero ya no tienes los tendones, los músculos, para atinar. Ya no te puedes bajar de una micro sobrecorriendo, ya no tienes esa seguridad física. Porque cuando estás en este mote del arte, necesitas esa fuerza... para poder tomar todos los litros de alcohol que requieres... si es que te da por esa onda. Necesitas la fuerza para soportar, y también la angustia o la soledad o el apego... Pero cuando estás viejo ya se te hace cuesta arriba. Yo ya no puedo tomar una gota de alcohol. Me pego una borrachera ahora y me quito un tercio de la vida que me queda... Sí, antes era más soñador, pensaba que las ideas que mi generación podía aportar al desarrollo del país, eran significativas. Pero con el tiempo uno se da cuenta que los hombres son una ilusión, una "sombra", como en la película de Kurosawa. Si uno no lo dice, lo dirá otro.
-Pero las ideas permanecen, son un legado...
-Nooo, yo no sé... Del punto de vista artístico he intentado retomar el tema, pero no estoy en condiciones. Si quieres meterte en la cosa de la vanidad y haces fotos oscuritas, minas en pelotas, un poquito sórdidas... y le pongo tapitas de Coca Cola en las tetas y una cruz en la frente y qué se yo... lo vas a pasar bomba. Pero si vienes con esas fotos, a mí no me la vas a vender. De esos han habido miles.

UNA MUJER DESNUDA

Según Valenzuela, el uso de mujeres desnudas en su trabajo no debe catalogar éste dentro del "desnudo fotográfico". "La fotografía -dice- tiene dos elementos que son fundamentales: uno técnico -y muchos confunden la técnica con el contenido- y otro estilístico. Un campesino puede aprender la técnica y fotografiar a su señora, sus animales, su campo. Pero cuando realmente empieza a hacer algo de expresión cultural es cuando enfrenta su realidad y avanza sobre ella. Esto define su estilo. En ese sentido las fotos que hago no son de desnudos, uso mujeres desnudas fundamentalmente porque no tengo otra forma de expresarlo. Porque las fotos no son sólo políticas. Cuando hablo de la democracia y muestro los orificios del cuerpo, no estoy haciendo un ensayo sobre la política y la democracia, estoy dejando que mi mente cruce libre esa frontera que puedo concebir como cultura, dejando que se organice libremente más allá... Y después, pienso que algunos juegos de mi infancia, más algunas reacciones que tuve en la adultez, una mujer que miré cuando estudiaba Bellas Artes (a la que nunca me atreví a hablarle), algunas concentraciones que presencié en la UP, un perro en Laguna Verde que se quedó abandonado porque nos perseguían los milicos y tuvimos que dejarlo... Todo eso confluyó en algo tan visceral como es el cuerpo de una persona que yo amaba en ese momento, aunque la palabra amor en el fondo es muy compleja en la sociedad chilena. Entonces no hablemos de amor, porque no era exactamente mi pareja la persona que fotografiaba.
-¿No había un lazo amoroso?
-No, era una persona que logró entender lo que yo hacía. Le dije: "Nosotros vivimos en una estructura cultural donde es imposible desnudarse o no es correcto, y si se hace, se hace de una forma donde se oculta. Yo trabajo con la cultura, es mi herramienta, y yo quiero investigar esa realidad. Quiero hacer algo que no se hace, que es sacarse la ropa". Eso para mí era fundamental. Había un problema con la autocensura. Una de las reflexiones más importantes de los desnudos que hice nació una vez que vino la primera protesta, porque el problema fundamental era la autocensura. Decir lo inconveniente sale caro, hoy ya no te lo reprimen pero te lo cobran. Una chica que se mete en una casa de vidrio tiene un precio, porque hay una estructura cultural. A propósito, ese experimento es muy parecido a lo que yo hago, lo que pasa es que sus autores en Chile lo plantearon desde un punto más esquemático. En una especie de estructura cultural homogénea, instalan un elemento que no pertenece a esa estructura, donde chocan dos paisajes. La cultura tiene que ver con el paisaje, con lo que ves, con todo. Entonces, después de la primera protesta, con la política de acuerdo que busca suavizar el camino y hacer conversar a dos personas que habían sido absolutos enemigos, para eliminar un poco el pasado, había que tener -de manera consciente o inconsciente- autocensura. Y esos símbolos, que yo hacía con el desnudo, intentaban luchar contra esa autocensura. Era bien pusilánime mi postura, bien intelectual, porque al no ser expuestos estos contenidos no tenían ninguna posibilidad de sufrir un costo muy alto. Más bien, yo recibía los beneficios de aquellos que podían entender esta posición, que veían mis fotos y las encontraban buenas. Y nunca quise pagar el costo de mostrarlas -como la gente de la casa de vidrio, en el centro- y pararme ahí a defenderlas.
-¿Las hacías con una utilidad netamente personal?
-No, no era tan así. La transferencia de conocimientos funciona mejor como lo estamos viviendo en este momento, en esta conversación. De hecho, las amistades fotográficas más duraderas y profundas que he tenido han sido a través de esas fotos. Pienso que si las hubiese mostrado no habría tenido esas amistades, aunque sí, quizá, beneficios de otro tipo. Para mí, en esa época, no era problema mostrar las fotos. Pero después sí lo fue, porque habría tenido que meterme en esa mediagua cultural, media vanguardioide, y profitar de los fondos culturales del país, cosa que a mí ni me gusta ni tengo el valor para hacerlo. En el fondo, en un país donde tienes que portarte bien, no tienes la alternativa de portarte ‘más o menos’. Tienes que portarte bien-bien o lo suficientemente mal como para que te den becas y puedas vivir así. Solo no puedes. Conozco casos heroicos de quienes se las han jugado y han pagado. Yo he trabajado porque me porté bien, fui obediente, y obviamente he ganado mucha más plata que compañeros fotógrafos que no se han portado bien. Cuando trabajo en publicidad lo hago generalmente para la derecha. Me llaman de una revista, de una agencia de publicidad, y no hablamos de política. Eso es portarse bien. Si yo hablo de política me porto mal, y no me llaman. Si yo hablo de política, me porto mal y voy a pedir pega al gobierno, ellos me dicen "bueno, te vamos a dar, pero no tienes que portarte mal al lote, tienes que hacer esto y esto otro, tienes que abrir el pico en esto y cerrarlo en esto otro". No soy estúpido y no voy a decir "me cago en la cabeza de todos estos y a todos estos los encuentro ídolos..." ¿Qué hago después? ¿Clases de fotografía?
-Al margen de que una mujer desnuda venda ¿Qué te sucede a ti cuando la enfrentas?
-No es tan simple como eso. La referencia de división de sexo tiene un comportamiento distinto. Hemos llevado al que tiene dentro de su cuerpo la cría humana a comportarse distinto del que la procrea. Pero a mí me atrae mucho eso, porque de alguna manera las mujeres no son tan responsables de la realidad que estamos viviendo, por el machismo, por la revolución industrial, porque Hitler fue hombre y no mujer... Y desde el punto de vista cultural hay algo muy atractivo, cómo funcionan, cómo piensan... más allá de que yo les tome fotos o no. Entonces, la puedo mirar a los ojos con absoluta franqueza, porque tengo una relación con ella, no sé si por mi conformación hormonal -si fuera gay podría quizá hacerle fotos a hombres, pero como soy heterosexual, puedo mirarla a los ojos y cagarme de la risa con cosas que por ningún motivo podría reírme con un hombre. Creo que puedo complementar y entender cosas muy fascinantes en ellas... Pero estoy generalizando, porque pienso que ninguna mujer es igual a otra. Desde el punto de vista político sí, porque algunas -siendo muy fuertes físicamente- tienen la humillante necesidad de ser débiles. Siendo que algunas son muy inteligentes, vivas y dinámicas -en el sentido de que la responsabilidad de tener hijos les pertenece- hay un espacio de sus vidas que no les pertenece, y ese es el espacio más importante en la vida de los hombres, que es cuando eres joven, cuando tienes fuerza, cuando estás luchando por tu existencia. Y no sólo son los 9 meses de gestación, sino todo el desarrollo del niño que está dentro de su destino. Quizá ellas mismas no lo entienden y uno sí porque es hombre.
-¿Por qué una mujer se desnuda para ser fotografiada?
-Yo creo que sé lo que piensan. Muchas veces las veo nerviosas, no están cómodas. A muchas de ellas, cuando se fotografían por primera vez, vestidas, les da ganas de salir arrancando. Porque se le hacen patente las misteriosas razones porque están aquí. Ahora, frente a eso, yo sé lo que hago. Yo no fotografío a la persona. Ella puede ser amable, muy inteligente o una asesina, lo que sea. Yo sólo fotografío -a diferencia del retratista, que es más artístico que yo- el símbolo que ella representa. Si es rubia de ojos azules, yo represento su rubiedad y azulinidad, en una forma comercial. Si es una negra; su negrura, no su inteligencia. En el caso del desnudo, una mujer se desviste porque la aventura de entrar más allá de un esquema cultural es alucinante.
-¿No lo es para un hombre?
-Si una mujer te dijera: "Entra a esta pieza, en ella las estructuras culturales no existen, podemos hacer lo que queramos..." ¿Le responderías que no? Yo creo que le dirías que sí, y tendrías mucho tema de qué conversar.

AGRADECIMIENTOS:

Agradecemos a Cristián Labarca Bravo su generosidad para darle difusión a este importante material. La entrevista está alojada permanentemente en su blog.

lunes, 26 de septiembre de 2011

El cordón umbilical



Como ya hemos dicho reiteradamente, y así se recoge en un epígrafe que figura en todos los títulos ya publicados, la colección EL RECTÁNGULO de Ediciones LA VISITA, está inspirada en el libro "El rectángulo en la mano", que Sergio Larraín publicó en el 1963 y que debe ser considerado con cabal merecimiento un hito dentro de la edición de libros de fotografía en Latinoamérica.
Por esa razón, y porque entendemos que hay en este gran fotógrafo chileno, en su obra y en sus actitudes, un motivio de aliento e inspiración para lo que hacemos, hemos tratado de mantener con él un cordón umbilical a través de un esporádico intercambio de cartas en el que, junto a misivas que vienen y van, viajan también libros de pequeño formato: los nuestros con las obras fotográficas publicadas y los suyos con pensamientos filosóficos y propuestas para abordar los problemas del mundo.
Esta correspondencia se inició antes de la publicación del primer título, cuando todavía sondeábamos cómo llevar a cabo este pequeño proyecto editorial. Sergio responde a todos los que escriben. Lo hace con una gran generosidad y siempre devuelve más de lo que uno entrega. Sus opiniones, libres por esencia, están hechas desde la distancia que permite su retiro y muestran siempre un enfoque crítico, holístico y, fundamentalmente, sanador.
Con el fin de proseguir en este diálogo y mantener la conversación abierta, hace unos días nos juntamos y escribimos la pequeña misiva que acompañará al ejemplar de LA NIEBLA de Mauricio Valenzuela (uno de los pocos que quedan de la preventa, que incluye una foto firmada por el autor) camino de Ovalle. Que los vientos sean favorables para que llegue a su destino.

lunes, 29 de agosto de 2011

Los amigos de Dalpine


Como muchos habrán imaginado ya, después de unos cuantos días sin dar señales de vida, los visitantes hemos estado abocados estas últimas semanas a algunos asuntos privados (el famoso ora et labora, que nos permite alimentar este sueño) y a la difusión del tercer título de la colección, LA NIEBLA de Mauricio Valenzuela.
Tras su presentación en el mes de junio, los libros han llegado a los puntos de venta, cuyo listado detallado aparece en nuestro sitio (en la sección dónde embarcarse). Son los lugares habituales más algún espacio nuevo que se ha incorporado y al que damos una cordial bienvenida. Somos plenamente conscientes de que todavía estamos lejos de tener una red de distribución completa y estable, pero vamos dando algunos pasos.
Afortunadamente en nuestra búsqueda de colaboradores y cómplices con este pequeño proyecto editorial fuimos a dar con los amigos de Dalpine, una librería on line con un catálogo envidiable de fotolibros elaborado con pasión y rigor que había provocado ya varias veces, gracias a sus extraordinarios contenidos, nuestra profunda admiración. Mantienen un listado de libros escogidos uno a uno para un público conocedor e interesado. Todo un lujo para la edición independiente y la autoedición de libros de fotografía.
Les mandamos un mail contándoles de nuestra aventura e invitándoles a que pudiéramos hacer alguna colaboración. Y se cumplieron los deseos. Aprovechando un viaje a Madrid, pudimos concretar una fructífera reunión después de que decidieran incorporar a LA NIEBLA entre sus títulos representados. Una gran noticia, que es además una posibilidad muy concreta y real para la distribución internacional de este proyecto con sede en Chile.
Con Jos y Sonia, cabezas visibles de este bello proyecto, pudimos concretrar un primer vínculo y haremos todo lo posible por establecer más adelante otros nuevos, pues están muy interesados en la producción fotográfica editorial que se hace a este lado del planeta. Fruto de ese encuentro fue también la entrevista que nos hicieron y que está alojada ahora en su blog.

martes, 21 de junio de 2011

El segundo libro de MV


Aunque casi nadie lo recuerda, LA NIEBLA es el segundo libro que publica Mauricio Valenzuela. El primero, editado en unas ediciones económicas que circularon en fotocopias en la década del 80 y convertido ahora en un precioso objeto de culto, fue una iniciativa del fotógrafo Felipe Riobó (también prestigioso psiquiatra, como solemos recurrentemente decir cuando nos referimos a él).
Felipe Riobó, cuyo aspecto me recordó a Orson Welles, acudió ayer con toda su bonhomía al barrio República. Nos juntamos a almorzar con la excusa de preparar la actividad de este jueves. En medio de una gratísima conversación, fuimos testigos del emocionante reencuentro entre Riobó y Valenzuela, quienes formaban junto a Claudio Bertoni, una sociedad inquebratamble de amigos y amantes de la fotografía.
Haciendo historia y tratando de unir cabos (lo que no deja ser motivo de orgullo para los visitantes), Felipe remomoró el frío recibimiento con el que aquella iniciativa editorial fue recibida en su época, cómo el esfuerzo estuvo a un tris de pasar completamente desapercibido.
Mauricio contrastaba esta situación con la ocurrida recientemente, cuando el fotógrafo inglés de Magnum Martin Parr, gran conocedor y coleccionista de libros de fotografía, se interesó por aquel ejemplar.
Tengo la versión en PDF de aquel primer libro. Hay mucho talento en esas páginas, que se arman como un dispositivo de belleza extraordinaria para potenciar la obra de Mauricio Valenzuela. Hay además una inteligencia preclara en la edición, arriesgada y valiente, fresca y original, jugada y de resultados fantásticos.
De todo esto y varias cosas más se hablará este jueves en el GAM (la cita es a las 19:00 horas) cuando nos juntemos para darle la bienvenida a LA NIEBLA. Felipe Riobó será el maestro de ceremonias de este encuentro, en el que estamos dispuestos a que pase cualquier cosa. Todo menos aburrirnos.

miércoles, 15 de junio de 2011

El río Mapocho desemboca en Francia






Cada vez que editamos un libro estamos haciendo una apuesta firme por un autor y su trabajo. Consideramos que su obra merece la pena, que es urgente y necesario mostrarla en las mejores condiciones. Lo hacemos fundamentalmente porque queremos compartir ese placer con los demás, con el resto del mundo.
Por la misma razón sentimos una gran satisfacción cuando ese trabajo es apreciado por más gente, cuando viaja a lugares remotos (y esa es la vocación íntima de los libros de LA VISITA, que llegan y se van, que circulan de mano en mano) a encontrarse con nuevos ojos.
¿Y a qué viene todo este preámbulo? Bueno pues hacemos esta humilde declaración de principios a propósito de una gran muestra fotográfica, con algunos de los mejores exponentes de la fotografía de Chile, en Nîmes, Francia. Entre el selecto grupo estaban Zaida González, figura rutilante de la escena latinoamericana, y un fotógrafo que cultiva el perfil bajo, Mauricio Quezada.
ZG viajó al sur galo acompañando a su gran exposición retrospectiva en la galería NEGPOS en la misma ciudad. La autora de LAS NOVIAS DE ANTONIO presentará próximamente su libro con sus once años de trabajo artístico. A petición nuestra Zaida ofició de corresponsal para el blog de nuestro proyecto editorial.
Las imágenes que acompañan esta entrada dan perfecta cuenta del montaje de EL RÍO en este conjunto de exhibiciones, enmarcadas en el evento de la Primavera Fotográfica.
Ojalá podamos ver próximamente el trabajo de Mauricio Valenzulea en el libro LA NIEBLA, que el próximo jueves se presenta en público (23 de junio, a las 19:00 horas, en el GAM), reflejado en las pupilas de algún amigo desconocido.

lunes, 13 de junio de 2011

Te lo doy firmado


Por fin tengo ya mi ejemplar de LA NIEBLA firmado por Mauricio Valenzuela. El autor me lo entregó hace unas semanas en el trascurso de una fiesta en el ALPES, la escuela de fotografía en la que nos conocimos en 1999 y en la que todavía ambos ejercemos la docencia. Somos compañeros y compartimos, junto a varios más, una postura respecto a la enseñanza de la fotografía. Aquel día, en la entrañable casona de al calle República, sonaba casualmente música chilena de la década del 80.
El libro autografiado ocupa ya un lugar privilegiado en la biblioteca y es un gran regalo que viene a cerrar felizmente una conversación que se abrió hace aproximadamente un año cuando este minúsculo sello editorial decidió que las fotos de MV tenían que ser las protagonistas del nuevo título de la colección.
Este lujo estará al alcance de todos, siguiendo lo que viene a ser un principio esencial de este proyecto: todos tenemos derecho a gozar de lo bueno, en muy pocos días más. Este jueves, 23 de junio, nos juntaremos a las 19:00 horas en el Centro Cultural Gabriela Mistral (GAM) para celebrar en un acto, que imaginamos emotivo y sencillo, el lanzamiento de este nuevo libro.
El maestro de ceremonias será el mítico Felipe Riobó, fotógrafo y psiquiatra, quien conformaba junto a Claudio Bertoni y el propio Mauricio Valenzuela un grupo de amigos que se entendía creativa y personalmente.
La junta del jueves será una ocasión imperdible para activar la materia gris, de un color gris niebla esta vez, y para que todos puedan llevarse su ejemplar autografiado. Mauricio ya pidió litros de tinta para su pluma.

martes, 7 de junio de 2011

Pues yo aquí veo un barco


Fue la imagen más debatida de la serie. El comité editorial que participó en la edición de LA NIEBLA (integrado para la ocasión por Rodrigo Gómez Rovira, Miguel Ángel Larrea, Antonio de la Fuente, Carla Möller y Miguel Ángel Felipe) no dudaba tanto de su inclusión y pertinencia como de su ubicación y sobre todo de su tamaño en el libro. Se argumentaba, con peso, que la sutileza delgada de la imagen corría el riesgo de irse al traste con una mala impresión. Estos debates aparecen materializados en las maquetas previas que llevaron al resultado final.
El propio autor, Mauricio Valenzuela, la situó como indicador del rigor con el que el comité había trabajado. "Extraordinario, no hay concesiones a nada", afirmó en su momento. Ni concesiones, ni facilismos. La imagen que da fin a la serie, una doble página abrumadora, es el estado más elevado al que se puede llevar la niebla como tema, un estupendo final para el recorrido por una ciudad de atmósfera angustiante. Está en la frontera imprecisa en la que las imágenes fotográficas dejan de ser figurativas antes de caer en el abismo estético de la abstracción más absoluta.
No hay mejores críticos que los que a diario nos rodean. El fotógrafo Willy Gómez, un amigo fiel de LA VISITA, conversador entusiata y terapéutico, amen de ameno compañero de trabajo, fue una vez más uno de los primeros en revisar el libro apenas salió de imprenta. Hizo el recorrido por todas sus páginas antes de recalar en la doble página mencionada, donde sus ojos escrutaban alguna verdad. Su interlocutor trató de enviarle alguna ayuda aduciendo que todo hacía pensar que se trataba del lecho del río Mapocho. Su respuesta conmueve y ayuda: "pues yo aquí veo un barco".

jueves, 12 de mayo de 2011

El placer de lo físico



El libro LA NIEBLA de Mauricio Valenzuela tiene ya unas dimensiones reales (altura, anchura y profundidad) y existe como objeto físico. Así se observa en el par de imágenes que acompañan esta entrada, en las que fotografiamos el ejemplar número uno, entregado por la imprenta en las pruebas de encuadernación.
Por lo tanto se puede experimentar ya el placer inmenso de notar su peso en las manos, escuchar el sonido de su páginas, sentir el tacto del papel, sus variaciones entre el interior y las tapas. Y en estas últimas, la textura diferente entre el interior y el exterior. Como bien sugería Antonio de la Fuente, autor del flamante prólogo interior, son irrefrenables las ganas de "tomarle el olor" al libro.
En estos tiempos de publicaciones virtuales, y la nuestra está ya a disposición de quien quiera verla, es factible simular su recorrido. Se simula el viaje como se simulan los orgasmos, ¡cuánta tristeza insoportable!, pero nada iguala al cúmulo de sensaciones que supone tenerlo en las manos y disfrutar de él, de su tridimensionalidad gloriosa en el espacio. Nada supera a gozarlo sin depender de energía eléctrica alguna, sin tener que estar necesaria y permanentemente enchufados.
Y ahora sólo queremos que este placer nuestro sea general y compartido.

jueves, 5 de mayo de 2011

La pelota no ha tocado suelo


Lo habíamos anunciado y ahora por fin se desvela el misterio. Esta es la fotografía original, seriada y autografiada por Mauricio Valenzuela que recibirán todos los que ya se han sumado a la preventa. También los que lo hagan, hasta completar los cien primeros ejemplares, antes de que el libro se presente y se entregue a sus destinatarios. Si aún no lo has hecho, todavía hay tiempo (y fotos), envía tu correo reservando tu ejemplar a edicioneslavisita@gmail.com.
La imagen, no incluida entre las que se publican en el libro, tiene más o menos el mismo tamaño (13x18 centímetros) que la que entregamos en la preventa anterior de Zaida González, y pertenece a una serie de la misma época (los agitados años 80) que las imágenes de LA NIEBLA. Fueron tomadas con una cámara argentina que circuló por Chile en esa época con lente de plástico, que lograba imágenes misteriosamente difusas. Resultan perfectas para esa mirada metafórica de MV, testigo singular de una época extraordinariamente convulsa política y socialmente.
Un grupo de niños juega en lo que parece un patio de colegio. Algunos de ellos quedó para siempre congelado en su salto infantil. La escena provoca esa fascinación rara que tienen las buenas fotografías que nos permiten ver cosas imposibles de ser observadas con el ojo desnudo. También nos hace recordar esos versos atribuidos a Dylan Thomas: "La pelota que lancé cuando era niño / todavía no ha tocado suelo".

viernes, 29 de abril de 2011

Silencio, se imprime







Vivimos intensamente una semana agitada y feliz. El miércoles pasado nos llamaban a media mañana para acudir de urgencia a la imprenta ante el aviso de que estaban a punto de tirar la primer plancha del libro de Mauricio Valenzuela, a la que había que dar el visto bueno. Nos encontramos con el autor, después de quebrar abruptamente nuestras rutinas y cotidianeidades, en la esquina de Carmen con Ñuble, desde donde el auto empredió vuelo al sur de Santiago.
Es difícil describir la emoción de la situación. MV, con atuendo de rockero en gira, miraba sus fotos impresas con indisimulada alegría, haciendo oportunos comentarios respecto a los ajustes finos, al necesario último toque. Una de sus mayores preocupaciones fue hacerle sentir al operario de la Heidelberg Speedmaster cuál era el sentido final de esas imágenes, cuándo y en qué circunstancias habían sido tomadas, cuánta biografía, memoria y dolor se esconde tras ellas. Y cómo había que refejar todo eso en las páginas de LA NIEBLA.
Después de varias pruebas, cambios de planchas y comentarios de todos los que allí mirábamos, llegamos a un resultado que pareció satisfactorio, que se acercaba al máximo a lo que se buscaba y el autor pudo estampar feliz su autógrafo sobre el pliego.
Ayer, sin la presencia del autor pero con la mirada atenta y preocupadas de sus editores, se repitió la ceremonia con los otros dos pliegos que faltaban y el próximo lunes confiamos en hacer lo propio en las pruebas del barniz con reserva que lucirá sobre las imágenes, que deberá levantarlas del couché opaco de la página.
Todos los pasos en la construcción de un libro, objeto sagrado dentro de nuestra cultura, amenazado de extinción además, son importantísimos. Caerse en cualquier etapa afecta al resultado. La impresión es un asunto clave en el caso de las fotografías. Contenemos la respiración. Falta poco para el momento final y nos concetramos a fondo en ello. Silencio, se imprime.

lunes, 25 de abril de 2011

Esperando una llamada


La semana pasada estuvimos en la imprenta viendo las pruebas de color de LA NIEBLA, anticipo de lo que está a punto de ocurrir. Uno de estos días deberían llamarnos para ir corriendo a la salida de las primeras planchas de las máquinas. Se acerca entonces el momento de la verdad. Cruzamos los dedos e invocamos al sol.
La ceremonia de revisión nos dejó medianamente satisfechos (siempre queremos más y mejor calidad de impresión) pero ya pudimos disfrutar de un ejemplar del bello libro de Mauricio Valenzuela, tenerlo en las manos y ponerlo al lado de sus hermanos, los de Mauricio Quezada y Zaida González. Todo muy emocionante.
El libro funciona perfectamente como un dispositivo artístico que no contiene solamente fotografías en un sentido tradicional. Hay también un par de imágenes sin cámara, poéticos relatos visuales caligrafiados del autor.
Eso es lo que puede verse en la imagen que acompaña esta entrada: Carla Möller sostiene en las manos el ejemplar revisado, abierto por el prólogo, una brillante pieza literaria del escritor Antonio de la Fuente. Se deja ver a la vez un fragmento de las aludidas, secretamente escondida en la solapa trasera.
Ahora que nos enseñaron la última ecografía tridimensional, todo lo que queremos es que nos llamen a la sala de partos para acudir en patota (autor y editores) al gran momento y dar allí las últimas opiniones sobre el asunto, en mitad del ruido industrial y el embriagador olor a tinta.
Les avisaremos para que brinden cuando se produzca el momento esperado. Todo parece indicar que, sí o sí, mayo será el mes de la presentación del libro. Nuestra meta, a la que nos acercamos (apúrense los rezagados), es llegar allí con los cien primeros ejemplares asignados con los nombres y apellidos de los que recibirán su ejemplar con la foto original de MV.
Por cierto, que esta semana desvelaremos el misterio de cuál es esa imagen. Van mientras tanto algunas pistas, recogidas de un interesante relato que el autor nos hizo hace apenas unos días: tiene formato cuadrado y fue tomada en la misma época que las del libro (con las que necesariamente guarda cierta familiaridad) con una cámara argentina que tenía un lente de plástico y que daba un curioso formato de negativo, de unos 4,5 ctms. por lado. ¿La escena? Un juego de niños.

jueves, 31 de marzo de 2011

ZG, en el MAC y en mi casa


Hoy se inaugura una exposición colectiva en el Museo de Arte Contemporáneo (MAC) de Santiago de Chile. Reúne lo mejor y más granado de la nueva fotografía chilena. Entre los 27 expositores, varios de ellos amigos y merecedores de un libro, se encuentra también Zaida González, autora del segundo título de La Visita, el de color azul, titulado LAS NOVIAS DE ANTONIO.
Con Zaida, y empujados por su generosidad desmedida, iniciamos la idea de los lanzamientos de libros en preventa acompañados de una obra original en pequeño formato. La idea tiene ahora su continuidad con Mauricio Valenzuela, que también ofrecerá un trabajo suyo como complemento a su libro LA NIEBLA, de inminente aparición.
He reparado hoy en el hecho de que no sólo en el MAC sino que sobre mi escritorio está también observándome una obra de ZG. La mía, la número 7 de la serie de 100, luce feliz en un pequeño marco blanco que hace brillar todo su delicado colorido. En el fondo de la imagen me mira con ternura el perro Antonio, al que siempre he considerado un proveedor de buena suerte. Me pregunto en qué otros lugares vivirán el resto de la compañeras de esta serie. Ojalá Antonio esté repartiendo fortuna.
Esta obra de ZG forma parte de una colección personal de fotografías que me gustan. He comprado alguna de ellas, aunque la mayoría son regalos que me han hecho sus autores, y les estaré además por ello siempre agradecido. No está nada mal tener una obra de ZG en la casa. La mía comparte espacio espacio, entre otros, con ilustres como Rodrigo Gómez Rovira, Tomás Munita, Xosé Esteban Naves, Jorge Aceituno, Gabriela Jara, Miguel Ángel Larrea, Richard Salgado, Mauricio Quezada, Fabián España...y varios amigos más.
Espero además que muy pronto se una a la colección una fotografía firmada por Mauricio Valenzuela. Estamos preparando esa imagen que ofreceremos a la tripulación. Será, como en el caso de ZG, una ocasión magnífica de poder tener un original firmado por su autor en unas condiciones irrepetibles.

lunes, 28 de marzo de 2011

Los tesoros de MV


Ahora que estamos a punto de descorchar las botellas y que la lista de los primeros cien privilegiados ansiosos de ver el trabajo final comienza a configurarse casi por completo, podemos revelar algunos detalles del proceso íntimo de la edición del libro, pequeñas anécdotas de la intrahistoria de este anhelo bibliográfico.
LA NIEBLA nace como idea en el primer semestre del año 2010. La idea inicial era publicar el tercer título de La Visita con algún trabajo de Mauricio Valenzuela, cuya obra fotográfica precisaba, considerábamos todos, de una mayor difusión. Y, ojo, sabemos que no va a ser este pequeño libro, hecho con dedicación y detalle, el que logre a plenitud este objetivo, pero sí será un gran paso, una puerta de entrada deliciosa a una obra mucho mayor y de dimensiones gigantes. Una manera fantástica de llegar y querer quedarse en el imaginario brumoso y existencialista de este autor.
Para el proceso de edición, MV nos hizo llegar una selección amplia digitalizada de sus imágenes estructurada en diversas carpetas. LA NIEBLA posee imágenes de varios de esos capítulos estructurados previamente por el fotógrafo pero se constituye, y eso es lo interesante, a partir de ellos con una entidad autónoma nueva, que posee una gran coherencia visual.
En las fases posteriores del proceso, para la digitalización de las fotografías que iban a quedar en el libro, tuvimos acceso a los materiales originales de este gran fotógrafo. Viajaron estos tesoros en sobres caligrafiados como el que aparece ilustrando esta nota. Lo hicieron por la misma vía, y mantendremos el anonimato por ahora de la bella persona que sirvió de correo, protagonista y testigo en la sombra de varios capítulos de la historia reciente de la fotografía chilena. Sobra decir que los tratamos con guante de seda, no podría ser de otra forma. La manipulación de soportes análogos empieza a ser un acto cada vez más anacrónico y revestido de una inspiricación sagrada. Y como todos los viejos fotógrafos saben, a veces tras un doloroso aprendizaje, los negativos no se le entregan a cualquiera.

jueves, 24 de marzo de 2011

Perdidos en LA NIEBLA


Dicen que cuando alguien se pierde y no tiene puntos de referencia, en mitad de la niebla por poner un ejemplo, camina haciendo círculos. Pues bien, quizás anduvimos perdidos y nos mordimos un rato la cola, pero por fin hemos vuelto. Después de todo, ¿por qué razón alguien podría echarnos de menos?
Lo interesante no son las razones de la ausencia, múltiples y vagas todas ellas, sino las del regreso: tenemos por fin en el horno un nuevo libro. Está ya terminado, empaquetado (como dicen los diseñadores cuando preparan sus materiales para la imprenta), y aguarda solamente el momento en el que las máquinas se pongan en movimiento para hacer el milagro. Editar para seleccionar (y esa es la idea inicial cuando se piensa en el proceso fotográfico), pero sobre todo editar para multiplicar y hacer que la obra se difunda. En este último sentido, con la complicidad de la imprenta, la fotografía está más cerca del invento de Talbot (también de Bayard) que del de Daguerre (y de Niépce, por supuesto).
El tercer título de LA VISITA lleva por título LA NIEBLA y atesora en su interior las fotos de Mauricio Valenzuela. El miércoles nos juntamos, autor y editor, en el centro de Santiago para ir a solicitar el código del ISBN, ese numerito largo que viene a ser algo así como el ADN de los libros. Lo habíamos intentando antes el día lunes pero alcanzamos a suspenderlo después de ser informados que dos mil policías rodeaban el sector. Además ni siquiera eran todos locales.
En las conversaciones previas al trámite, en una cafetería muy robertfrankiana (ya sé que no existe el palabro pero procedemos a inventarlo), después en el ascensor del edificio fiscal y en la sala de espera, hablamos de las casualidades que hacen que los trabajos lleguen a ver la luz y puedan ser publicados.
Mauricio es una persona tan talentosa y genial como modesta. Sus imágenes, brillantes y agudas, no necesitan ser vendidas porque valen por sí solas, se paran sin ayuda, convencen sin persuadir. Y él, humilde, no hace ningún esfuerzo en ese sentido. Esa actitud, por contraste, sorprende mucho en un mundo donde es fácil sentir que todo está sobrevendido.
Los que se atrevan a llegar hasta el librito, a tenerlo entre sus manos, se darán cuenta de la hondura de la mirada de MV y de la coherencia interna que relaciona sus imágenes. El conjunto es una metáfora brillante de una época dura de Chile, los años 80, en la que además se forja uno de los cánones de la mejor fotografía documental del planeta. Y en mitad de ese río de talentos, Mauricio Valenzuela se destaca por nadar a contracorriente.