lunes, 25 de abril de 2011

Esperando una llamada


La semana pasada estuvimos en la imprenta viendo las pruebas de color de LA NIEBLA, anticipo de lo que está a punto de ocurrir. Uno de estos días deberían llamarnos para ir corriendo a la salida de las primeras planchas de las máquinas. Se acerca entonces el momento de la verdad. Cruzamos los dedos e invocamos al sol.
La ceremonia de revisión nos dejó medianamente satisfechos (siempre queremos más y mejor calidad de impresión) pero ya pudimos disfrutar de un ejemplar del bello libro de Mauricio Valenzuela, tenerlo en las manos y ponerlo al lado de sus hermanos, los de Mauricio Quezada y Zaida González. Todo muy emocionante.
El libro funciona perfectamente como un dispositivo artístico que no contiene solamente fotografías en un sentido tradicional. Hay también un par de imágenes sin cámara, poéticos relatos visuales caligrafiados del autor.
Eso es lo que puede verse en la imagen que acompaña esta entrada: Carla Möller sostiene en las manos el ejemplar revisado, abierto por el prólogo, una brillante pieza literaria del escritor Antonio de la Fuente. Se deja ver a la vez un fragmento de las aludidas, secretamente escondida en la solapa trasera.
Ahora que nos enseñaron la última ecografía tridimensional, todo lo que queremos es que nos llamen a la sala de partos para acudir en patota (autor y editores) al gran momento y dar allí las últimas opiniones sobre el asunto, en mitad del ruido industrial y el embriagador olor a tinta.
Les avisaremos para que brinden cuando se produzca el momento esperado. Todo parece indicar que, sí o sí, mayo será el mes de la presentación del libro. Nuestra meta, a la que nos acercamos (apúrense los rezagados), es llegar allí con los cien primeros ejemplares asignados con los nombres y apellidos de los que recibirán su ejemplar con la foto original de MV.
Por cierto, que esta semana desvelaremos el misterio de cuál es esa imagen. Van mientras tanto algunas pistas, recogidas de un interesante relato que el autor nos hizo hace apenas unos días: tiene formato cuadrado y fue tomada en la misma época que las del libro (con las que necesariamente guarda cierta familiaridad) con una cámara argentina que tenía un lente de plástico y que daba un curioso formato de negativo, de unos 4,5 ctms. por lado. ¿La escena? Un juego de niños.

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