sábado, 5 de diciembre de 2009

¿Otra prueba más, me dijo?


Una primera llamada de teléfono nos puso en alerta amarilla. La segunda, que advertía que estábamos por fin en el gran viernes, la cambió a naranja. Finalmente, la tercera nos movilizó raudos y veloces como ambulancias en plena urgencia camino de la imprenta. Las Heidelberg Speedmaster, máquinas de impresión en las que se hace el libro de ZG, iban a ponerse en marcha.
Pues bien, a lo mejor se preguntan la razón de tanta prisa. El momento en el que salen los pliegos de las páginas o se cocina la portada, el tiro y el retiro, es el más importante en un proyecto editorial fotográfico. Es ahí cuando se calibran las máquinas, se catan las imágenes se evalúan y se hacen los últimos ajustes. Las decisiones que se toman son para siempre.
Si no estamos ahí, la autora y los editores, las decisiones las toman otros y luego no hay forma de volverse atrás. Así que nosotros siempre vamos en patota. Muchos ojos, todos con experiencia en proyectos de este tipo, y, en privilegiado lugar, la autorizada voz de la autora del trabajo.
La portada salió rápida. Apenas unos matices porque todo estaba bien. Muchísimo mejor que en la maqueta que ya habíamos aprobado. Pero la cosa se alargó con los dos pliegos de páginas. Fue en ese momento cuando pusimos a prueba la paciencia de los operadores de máquinas. Hacer una, dos, tres...hasta cinco pruebas es normal. Lo crítico es cuando quieres hacer quince o más. En nuestro caso, como sabemos lo que nos jugamos en nuestra instancia, estamos dispuestos a no regalar nuestra firma, que valida lo que será el resultado final, y somos capaces de ser tozudos, insistentes y muy intensos.
Eso explica la segunda imagen de esta entrada. Observen el rostro expresivo de Cristián, el jefe de máquinas, al borde de un ataque de nervios atendiendo a las explicaciones de Carla Möller cuando ya llevábamos más de una docena de pruebas. Como queremos lograr nuestros objetivos, sin que el diálogo se rompa y que entre en un terreno inmanejable, alternamos con maestría los papeles del policía bueno y el policía malo. Todos los recursos sirven para llegar al nivel de calidad que queremos. Sabemos que ahí está la diferencia que hará del libro el objeto de deseo que soñamos.
Finalmente, después de larguísimas horas en la imprenta, nos fuimos plenamente satisfechos todos. Cuando escribo esto, las páginas ya están impresas. También la portada. Falta cortar, doblar, troquelar y encuadernar. Falta menos para que los libros estén definitivamente en la calle. La inscripción de interesados, y todos ellos se harán además con una valiosa imagen fotográfica de la serie se aproxima ya al medio centenar. Se vienen muy pronto: dejen de morderse las uñas.

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